> > > > > > > > >

Tradición Oral Colombiana

30 octubre, 2015



Feliz Viernes 
En un post anterior [tag de Halloween] les compartí un pequeño relato de La Candileja, que hace parte de una tradición oral de mi país que ha pasado de generación en generación hasta convertirse en un mito/leyenda de Colombia.
Por eso, hoy quiero mostrarles otros relatos propios de nuestra cultura y que encajan perfectamente con esta época.
Espero les guste.
Besos 

La Llorona
Entre los cafetales y los yarumos, en las noches de luna llena, se escucha el grito de la Llorona. De rostro cadavérico, cubierta de harapos pringados por la lluvia y el sol, la Llorona alguna vez fue una mujer hermosa de ojos audaces que enloquecía a los hombres de los pueblos con su cuerpo de acróbata del placer. Ahora, desprovista de esplendor, deambula sin sosiego por las veredas, atormentada por la culpa del crimen y los delirios de una madre que cree llevar entre los brazos a un niño imposible.

Plañidera, diosa de los tábanos y el desconsuelo, la Llorona como algunas aves de la espesura, jamás cesa en su canto fúnebre; aunque, intente olvidarlo, atraída por el silencio de las cañadas, por el tejido invisible de las mariposas en el aire de los ríos. Algunas noches, incluso lo intenta, rodando las ventanas de las aldeas. Allí se detiene, perdida en el dolor y la sombra, mientras escucha las guitarras, las voces que con aroma de aguardiente y tabaco ahuyentan el alba. Cualquiera que sea la aparición, nadie desea ver a la Llorona. Basta con reconocer el olor, el grito desesperado, para saber que algo terrible se esconde en la maleza. 

El Mohán
Antes, mucho antes de trasladarse a vivir a su palacio subterráneo, el Mohán fue un hechicero que convocó tormentas y eclipses. Conocía los secretos de las almas, curaba enfermedades y todos temían sus ojos de azabache cuando en los ritos atraía la lluvia y las cosechas o se transformaba en jaguar que recorría las landas de los ríos para ahuyentar los malos espíritus.

Él supo en una noche premonitoria, en una noche de borrascas e inundaciones, de la llegada de los españoles. Vio también la humillación y los despojos de la Conquista. Por eso, tal vez queriendo perpetuar la memoria de los antepasados, se marchó con todos los tesoros a la entraña de los ríos. Allí permanece, taciturno y remoto entre las piedras, lejos del tiempo, mientras le crecen los cabellos y las uñas y sus ojos desploman la noche.

 El Mohán ama la música. Toca la guitarra en las noches de plenilunio y algunos campesinos lo han visto aterrorizados descender en balsa mientras ensaya en la quena una canción desconocida. Embaucador, pajarero pintado de negro y con dientes de oro, el Mohán es un laberinto que puede cambiar de apariencia y aprovechar las brisas de los ríos para la serenata y el vagabundeo por los mercados de los pueblos en donde compra tabaco y aguardiente y conquista a las muchachas.

Brujo del agua, el Mohán sin embargo ejerce una feroz tutela de los ríos. Regula las crecientes y complica las atarrajas de los pescadores y en algunas ocasiones su celo llega a ser perverso: voltea las canoas y sumerge a las víctimas en el fondo de las aguas. Los viejos pescadores y barqueros saben todo aquello, por eso le temen. llevan en las mochilas tabaco y están pendientes de cualquier señal de indignación de las olas. Saben que el regreso, que su destino, depende del Mohán.

La Madre de Agua
Es un ser anfibio que prefiere vivir la mayor parte del tiempo bajo el agua. Allí, en las profundidades de los ríos, entre las algas, recorre sus viviendas de obsidiana y de despojos de crustáceos. Allí como una ninfa acuátil, apoyada en un bastón de coral, desteje la red de su amargura. Con la mirada perdida busca a su joven amante indio, al hijo que fuera arrojado a la corriente por el abuelo español que nunca aprobó su amor por el aborigen. 

Madre del río, pequeña sonámbula de los silenciosos arrecifes, además de su inclinación por la transparencia, las nubes y los pájaros, la Madre de Agua desea a los niños. Con sonidos de caracol, con mensajes de mariposa de cristal, con ramos de flores blancas que alumbran en recámaras de sílice, los atrae hasta el borde del río. Aquellos que han visto los visajes del rostro en los espejos del agua, enferman y sin poder olvidar corren al abismo en busca de los cabellos de oro y del espejismo de la cantora de ojos azules.

La Patasola
Allí en las selvas de los montes, estrellándose aquí y allá con los matorrales, deambula la patasola. Enemiga de los hombres, acosada por una culpa antigua, poseída del horror de su propia apariencia, jamás se detiene en su vértigo de odio y espanto. Allí va con los ojos tortuosos y lejanos y el cabello enredado de lianas. Dando saltos con la pata de oso desaparece de la espesura.

Compañera de los tigres y las arañas, trasnochada por la pena de un amor desorbitado, la Patasola odia el agua, los cielos azules y la salida del sol. Su reino pertenece a los crepúsculos y a las noches tenebrosas de los montes. Aunque algunas veces, cuando olvida el dolor, canta o espera la aparición de la luna sobre el copo de los árboles. Deidad vampiresa, genio maléfico de los montes, la Patasola tiene el poder de la metamorfosis: cambia de mujer horrible, de dientes felinos y ojos abultados a muchacha bella, insinuante como un espejismo entre los árboles. Así atrae a los hombres y a los caminantes desprevenidos. Así los devora totalmente en lo profundo de la selva.

La Madremonte
Toda vestida de hojas y de líquenes, vive en la profundidad de los bosques. La cabellera, víctima de soles y lunas, le oculta el rostro. Ese es su enigma: podemos escuchar el grito de fiera entre los árboles, ver la silueta que se pierde en la espesura, pero nadie ha visto nunca su rostro cubierto de musgo y sombra.

La Madremonte ama las grandes piedras de los ríos, construye sus aposentos en los nacimientos de las quebradas, se distrae con el silbido de las mirlas y los azulejos. Algunos han creído escucharla cuando imita el canto de los grillos en las tardes de verano y cuando persigue las luciérnagas en las noches sin luna.

Como vigilante de las selvas, la Madremonte cuida que no desaparezca la lluvia y el viento, orienta los periodos de celo de los animales del monte, grita de dolor cuando cae alguna criatura de su dominio. Por eso, odia a los leñadores y persigue a los cazadores: a todos aquellos que violan los recintos secretos de las montañas.

Cuando la Madremonte está poseída de furia, dicen los que han padecido su venganza, se transforma: los ojos despiden candela y con las manos de puro hueso, se agita de rabia entre los matorrales. Se desencadenan entonces, los vientos y las tormentas. Los ríos y las quebradas traen inundaciones, arrasan las cosechas y el ganado. Todo parece como si se anunciara el estremecimiento de la tierra y los astros.

El Sombrerón
Es el fantasma en pena de alguien que en vida jamás tuvo definiciones. Alto, todo vestido de negro, entra en los pueblos, da rodeos en el alba y envuelto en el silencio se retira con el rostro encendido por el ala siniestra de la bruma.

Vagabundo de los esteros bajo la luz de la luna, el Sombrerón alguna vez estuvo enamorado y quiso viajar a países de viento y estrella dorada y lo atrajo el mundo y su incesante círculo de fuego y ceniza. Pero, cómplice de la amapola y los pantanos, se detuvo siempre en los umbrales indeciso como el murciélago ante la luz. Ahora, cubierto por el sombrero y la ruana, todo se le oculta y perros feroces lo siguen con grandes cadenas. Desprovisto de deseos y con la mirada extraviada, se adentra en el paisaje del crepúsculo.

Los Duendes
Son enemigos del orden y la domesticidad: donde quiera que exista una casa hermosa y un maniático del orden y el trabajo, allí aparecen los duendes, estos pequeños hombre vestidos de trajes de hojas verdes y rojas, cubiertos de sombreros, como inmensos hongos de maldad. Se suben a los techos y construyen grandes aposentos de paja y huesos de mirlas. Amigos del sabotaje y el enredo, inician entonces desde allí la debacle, la burla maligna: esconden las escobas y los zapatos y ríen en la medianoche. Pero su disparate mayor consiste en apedrear los techos, en desatar verdaderas tormentas de piedra que provocan espanto.

Grandes cabalgadores de pájaros, los Duendes se divierten oteando las estrellas sobre las hojas de los yarumos, jugando al trampolín entre los guaduales. Pero la diversión mayor está en perturbar a las doncellas. Les arrojan, en el sueño, terrones de cal, manchan los vestidos, las persiguen y si están enamorados pueden llegar al acoso obsceno y el ultraje. Aunque algunas noches se apaciguan y con flautas y tiples entonan canciones dulces y lejanas.

18 comentarios:

  1. ME HA APASIONADO ESTA ENTRADA. Además de que la has hecho preciosa, con unas imágenes requetebonitas y muy Halloweenesca, las historias no conocía muchas de ellas. Oh genial!
    Besos fantasmales :3

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola!
      Me alegra que te haya gustado y a mi me encanta compartirles siempre cosas de mi país, me parece que es una buena manera de mostrarle al mundo que somo más de lo que estigmatizan.
      Besos

      Eliminar
  2. En Argentina la llorona y los duendes son muy comunes!!! jaja hay gente que cree mucho en cosas como estas jaja yo prefiero no pensarlas porque soy muy miedosa jaja
    un saludo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola!
      Oooh no sabía que también tenían el mito de la llorona, que interesante.
      Si, más que todo las personas de los pueblos [zonas rurales] creen en estos mitos y leyendas, yo también trato de hacer caso omiso por la misma razón, soy muy miedosa jajajajajaja
      Besos

      Eliminar
  3. Las tradiciones de los países son muy atractivas, tú nos brindas parte de ellas, con mucha simpatía, besos mil

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola!
      Si, es bueno conocer un poco más de las culturas de los diferentes países.
      Besos

      Eliminar
  4. Muy bonitas historias las que coinciden con mi país son las de la llorona y los duendes , pero todas me encantaron iré a ver la que publicaste anteriormente

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola!
      De donde eres? me parece curioso que hayan similitudes en este tipo de cosas.
      Besos

      Eliminar
  5. Muy interesante tu entradas!!!Gracias por pasarte por mi blog,ahora te sigo en instagram,tweeter y facebook,me encantaria que me pudieras seguir de vuelta!!!Saludos!!

    ResponderEliminar
  6. la Llorona creo que es muy famosa en todo lado, al menos aca si se conoce mucho la historia. Las demas historias no las conocia, me quede por la Madremonte jeje continuare leyendo :*

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola!
      Al parecer si muchos países coincidimos con lo de La Llorona, me parece curioso.
      Espero que te gusten las demás historias.
      Besos

      Eliminar
  7. Me ha gustado muchísimo, no conocía ninguno de los relatos, en mi país hay otros diferentes. Y justo por eso me ha gustado muchísimo más. Me encantan estas cosas.
    Besos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola!
      Ay me alegra mucho que hayas podido conocer un poco más sobre mi país y que seamos tan diferentes, me gustaría conocer cuales son los mitos y leyendas de tu país.
      Besos

      Eliminar
  8. Great post dear:) Have a nice week!
    Besos:)

    http://irreplaceable-fashion.blogspot.com/

    ResponderEliminar
  9. Hola! No conocía ninguno de los relatos, pero me han gustado mucho, sobre todo el de Los Duendes. Muchas gracias por permitirme conocerlas :)
    Besos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola!
      Para mi es un placer mostrarles más cosas de la cultura de mi país.
      Besos

      Eliminar
  10. Me ha gustado mucho este post, yo soy de España y no tenía ni idea de estas cosas, es genial poder conocer más sobre otras culturas :)
    Un besito guapa

    ResponderEliminar

¡Anímate a comentar! Me encantaría saber tu opinión sobre este post.
No se permiten mensajes que falten al respeto, el spam está permitido siempre y cuando también opinen sobre la entrada, de lo contrario serán eliminados.
Si me sigues, sigo devuelta.
Siempre devuelvo los comentarios